General José Francisco de San Martín: "LIBERTADOR DE AMÉRICA"

¡"NO MORIRÁ TU NOMBRE!NI DEJARÁ DE RESONAR UN DÍA TU GRITO DE BATALLA, MIENTRAS HAYA EN LOS ANDES UNA ROCA Y UN CÓNDOR EN SU CÚSPIDE BRAVÍA...."
En 1778 un 25 de febrero, en Yapeyú( una localidad que hoy pertenece a la provincia argentina de Corrientes), nació un niño que llegaría a ser uno de los principales líderes militares de la independencia de Sudamérica. Hijo de un coronel español que gobernaba militarmente los antiguos reinos jesuíticos, fueron nsus pasatiempos de niño, alardes de guerra, voces de mando y aspiraciones a distinguirse en una carrera ilustrada ya por su familia.
A la edad de 6 años, comenzó a aprender las primeras letras en una escuela de Buenos Aires y alos 8 se trasladó a España con toda su familia donde comenzó su carrera militar. Fue soladado en las guerras que España mantuvo contra Francia y Portugal.
Regresó a Buenos Aires en 1812, donde habán comenzado las luchas por la independencia de españa de todo el Virreynato del Río de la Plata, y se unió a la causa.
Organizó ejércitos , no a la sombra de la bandera pretoriana ni del pendón personal personal de los caudillos, sino bajo las leyes austeras de la disciplina, en nombre de la patria, y para servir a la causa de la comunidad.
  • Peleó no por el amor estéril de la gloria militar, sino para hacer triunfar una idea de todos los tiempos.
  • Fundó repúblicas, no como pedestales de su engrandecimiento, sino para que en ellas viviesen y se perpetuaran hombres libres.
  • Mandó, no por ambición, sino por necesidad y por deber, y mientrasconsideró que el poder era en sus mnanos un instrumento útil para la terea que el destino le había impuesto.
  • Fue conquistador y libertador, sin fatigar a los pueblos por él redimidos, con su ambición o con su orgullo.
  • Administró con pureza el tesoro común, sin ocuparse de su propio bienestrar, cuando podía disponer de la fortuna de todos sin que nadie pudiera pedirle cuentas.
  • Abdicó el mando supremo en medio de la plenitud de su gloria, sin debilidad, sin cansancio y sin enojo, cuando comprendió que su misión había terminado, y que otro podía continuarla con más provecho de la América.
Se condenó deliberadamente al ostracismo y al silencio, no por egoísmo ni por cobardía, sino en homenaje a sus principios y en holocausto de su causa.
Sólo habló dos veces de si mismo en su vida, y esto, pensando en los demás, pasó sus últimos años en soledad, sin rechazar la calumnia ni desafiar la injusticia, y murió sin quejas cobardes en los labios y sin odios amargos en el corazón.
"Querer contener con la bayoneta el torrente de libertad, es como pretender esclavizar la naturaleza" (Jósé de San Martín)